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viernes, 15 de mayo de 2020

Despedida de 2ºC



 No pudo acabar el curso con unas risas.

Es verdad que a mi clase de 2º C, si os digo que sois unos sosos, seguro que no descubro nada. Es la matraca y el discurso que he utilizado todo el año con vosotros. Además es real. Este ha sido mi eslogan durante el curso, y ahora es hora de abandonarlo, pues esto,  irremediablemente, se acaba.
 Pero, si digo también que sois buena gente y que me lo he pasado bien con vosotros,  a lo mejor alguno se sorprende, aunque, en el fondo, saben todos que lo pienso. No obstante, Nunca, jamás en la vida, pensé acabar un curso así. Es triste terminar de esta manera, y no comer unas pastas que, por cierto tenía preparadas, y sin ver físicamente a la clase. En definitiva, me desconsuela y me apena. Pero, desde hace años, aunque no sea tutor me despido para siempre de mis alumnos de 2º de bachillerato expresando mi agradecimiento por haber formado parte de vuestras vidas. Este año no va a ser menos a pesar del coronavirus. Además,  lo hago escribiendo una despedida, para no dejarme nada.
El curso no ha sido fácil, las matemáticas se nos han atragantado, las pendientes han sido un calvario. Y vosotros, tampoco os habéis dejado la piel, a lo mejor en matemática pero de las de segundo quizás, no lo sé. Pero en el fondo, habéis estado ausentes en el  tema de estudiar y luchar con ahínco por un objetivo.  Yo he intentado provocar vuestras conciencias para que respondieseis, pero algunos ni con esos  estímulos ha cogido el ritmo. Es evidente que no todos entienden la importancia de estudiar y forjar un futuro en algo que te guste y te llene. Estar cualificado para hacer ciertas cosas te abre las puertas de la satisfacción personal y social.
Yo llevo muchos años en este oficio y sé que el curso no es fácil, pero también conozco a los alumnos y muchos quiere coger atajos buscando una salida airosa al bachillerato. Quitando honrosas excepciones, algunos de vosotros no os habéis tomado el curso en serio, y eso a mí me ha desesperado, y me ha dejado perplejo. Con algunas madres o padre lo he hablado y hemos coincidido en lo básico, con otro no. 
En esta vida hay que tener un par de “cojones” o de ovarios para buscar una meta a la que llegar y ser feliz. Necesitamos un proyecto vital para agarrarnos, y sudar la camiseta para llegar a él, con toda la pasión que requiere acercarse de forma optimista al  futuro. No me vale echar la culpa de todo que ha pasado a las circunstancia, que las ha habido y lamentables. Pero hay que asumir responsabilidades, hay que luchar, hay que dejarse la piel para alcanzar unos proyectos vitales, que no son fáciles, no nos engañemos pero que os llenen en lo personal. Olvidaos de la adolescencia y su pavo, y empezar a sembrar el porvenir. Como decía un amigo mío cuando llegamos a la universidad: “empieza nuestra proyección universitaria nos vamos a comer el mundo”. Luego no fue así porque la vida no es como la planificas sino con las vicisitudes que te depara. ¿Y qué?
Sin duda, a mi ningún curso me defrauda, porque todos tienen su encanto, su idiosincrasia, su personalidad, su manera de ser. Siempre os he dicho que sois unos sosos, pero eso no significa que no seáis nobles, buena gente, sensatos y algunos, incluso también unos canelos. Pero para sacudirse esa ingenuidad, hay que estudiar, hincar los codos, dejarse la piel, conocer gente. Siempre lo he dicho y lo mantengo firmemente, más allá de Montes de Cierzo y las Bardenas, hay vida, mucha vida incluso más que en vuestros pueblos en fiestas. Como dicen las abuelas “hay que estudiar para no te den gato por liebre”.
Es verdad, y nunca lo he negado que el estudiar no te hace ser mejor, ni rico, ni más que nadie, pero que no os quepa la menor duda que os da una dimensión en la vida más amplia que sin duda,  ayuda a entender las cosas más complejas con un espíritu crítico.
Para mí, personalmente, me queda la satisfacción de haber conocido a unos alumnos que siempre estarán en mi alma. Los nombres se me olvidaran, pero vuestras forma de ser, de entender el mundo, de quejaos por todo, de buscar escusas, quedaran en los más profundo de mi, como un recuerdo imborrable. No sois ni mejores ni peores que otros alumnos, sois, sencillamente distintos.
De este modo, os recuerdo que hay que tener talento para afrontar el futuro. Hay que ser disciplinado para conseguir asir el futuro. Hay que tener sentido del deber para llegar con tranquilidad al futuro. Hay que ser feliz para gozar del futuro. Cómo diría Víctor Hugo: “el futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”.
Hoy me despido de vosotros con cierta nostalgia, con tristeza. Cada curso que acaba para mi supone un vacío que me dura hasta que me reencuentro con  los  que venga y les preparo para afrontar el nuevo desafío.  No os quepa la menor duda de que he intentado alcanzar grandes metas. He hablado por teléfono infinidad de veces con las madres.  Pido disculpas si no he podido hacer más, pero lejos de mi intención, ha sido no poder salvar este curso. Espero y deseo con todo mi corazón que seáis felices, y lleguéis lejos en vuestros propósitos y cuando esto ocurra no os olvides de este instituto, yo nunca me olvidare de ninguno. Suerte en este nuevo proyecto de vida universitario o de un ciclo superior. Agarraros al futuro pues el presente pronto se convierte en historia.  Y por encima de todo, incluso de los estudios, ser felices.

Francisco Santos Escribano.


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