No pudo acabar el curso con
unas risas.
Es verdad que a mi
clase de 2º C, si os digo que sois unos sosos, seguro que no descubro nada. Es
la matraca y el discurso que he utilizado todo el año con vosotros. Además es
real. Este ha sido mi eslogan durante el curso, y ahora es hora de abandonarlo,
pues esto, irremediablemente, se acaba.
Pero, si digo también que sois buena gente y
que me lo he pasado bien con vosotros, a
lo mejor alguno se sorprende, aunque, en el fondo, saben todos que lo pienso.
No obstante, Nunca, jamás en la vida, pensé acabar un curso así. Es triste
terminar de esta manera, y no comer unas pastas que, por cierto tenía
preparadas, y sin ver físicamente a la clase. En definitiva, me desconsuela y
me apena. Pero, desde hace años, aunque no sea tutor me despido para siempre de
mis alumnos de 2º de bachillerato expresando mi agradecimiento por haber
formado parte de vuestras vidas. Este año no va a ser menos a pesar del
coronavirus. Además, lo hago escribiendo
una despedida, para no dejarme nada.
El curso no ha sido
fácil, las matemáticas se nos han atragantado, las pendientes han sido un
calvario. Y vosotros, tampoco os habéis dejado la piel, a lo mejor en
matemática pero de las de segundo quizás, no lo sé. Pero en el fondo, habéis
estado ausentes en el tema de estudiar y
luchar con ahínco por un objetivo. Yo he
intentado provocar vuestras conciencias para que respondieseis, pero algunos ni
con esos estímulos ha cogido el ritmo.
Es evidente que no todos entienden la importancia de estudiar y forjar un
futuro en algo que te guste y te llene. Estar cualificado para hacer ciertas
cosas te abre las puertas de la satisfacción personal y social.
Yo llevo muchos
años en este oficio y sé que el curso no es fácil, pero también conozco a los
alumnos y muchos quiere coger atajos buscando una salida airosa al
bachillerato. Quitando honrosas excepciones, algunos de vosotros no os habéis
tomado el curso en serio, y eso a mí me ha desesperado, y me ha dejado perplejo.
Con algunas madres o padre lo he hablado y hemos coincidido en lo básico, con
otro no.
En esta vida hay
que tener un par de “cojones” o de ovarios para buscar una meta a la que llegar
y ser feliz. Necesitamos un proyecto vital para agarrarnos, y sudar la camiseta
para llegar a él, con toda la pasión que requiere acercarse de forma optimista
al futuro. No me vale echar la culpa de
todo que ha pasado a las circunstancia, que las ha habido y lamentables. Pero
hay que asumir responsabilidades, hay que luchar, hay que dejarse la piel para
alcanzar unos proyectos vitales, que no son fáciles, no nos engañemos pero que
os llenen en lo personal. Olvidaos de la adolescencia y su pavo, y empezar a
sembrar el porvenir. Como decía un amigo mío cuando llegamos a la universidad:
“empieza nuestra proyección universitaria nos vamos a comer el mundo”. Luego no
fue así porque la vida no es como la planificas sino con las vicisitudes que te
depara. ¿Y qué?
Sin duda, a mi
ningún curso me defrauda, porque todos tienen su encanto, su idiosincrasia, su
personalidad, su manera de ser. Siempre os he dicho que sois unos sosos, pero
eso no significa que no seáis nobles, buena gente, sensatos y algunos, incluso
también unos canelos. Pero para sacudirse esa ingenuidad, hay que estudiar,
hincar los codos, dejarse la piel, conocer gente. Siempre lo he dicho y lo
mantengo firmemente, más allá de Montes de Cierzo y las Bardenas, hay vida,
mucha vida incluso más que en vuestros pueblos en fiestas. Como dicen las
abuelas “hay que estudiar para no te den gato por liebre”.
Es verdad, y nunca
lo he negado que el estudiar no te hace ser mejor, ni rico, ni más que nadie,
pero que no os quepa la menor duda que os da una dimensión en la vida más
amplia que sin duda, ayuda a entender
las cosas más complejas con un espíritu crítico.
Para mí,
personalmente, me queda la satisfacción de haber conocido a unos alumnos que
siempre estarán en mi alma. Los nombres se me olvidaran, pero vuestras forma de
ser, de entender el mundo, de quejaos por todo, de buscar escusas, quedaran en
los más profundo de mi, como un recuerdo imborrable. No sois ni mejores ni
peores que otros alumnos, sois, sencillamente distintos.
De este modo, os
recuerdo que hay que tener talento para afrontar el futuro. Hay que ser
disciplinado para conseguir asir el futuro. Hay que tener sentido del deber
para llegar con tranquilidad al futuro. Hay que ser feliz para gozar del
futuro. Cómo diría Víctor Hugo: “el
futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es
lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la
oportunidad”.
Hoy me despido de
vosotros con cierta nostalgia, con tristeza. Cada curso que acaba para mi
supone un vacío que me dura hasta que me reencuentro con los
que venga y les preparo para afrontar el nuevo desafío. No os quepa la menor duda de que he intentado
alcanzar grandes metas. He hablado por teléfono infinidad de veces con las
madres. Pido disculpas si no he podido
hacer más, pero lejos de mi intención, ha sido no poder salvar este curso.
Espero y deseo con todo mi corazón que seáis felices, y lleguéis lejos en
vuestros propósitos y cuando esto ocurra no os olvides de este instituto, yo
nunca me olvidare de ninguno. Suerte en este nuevo proyecto de vida
universitario o de un ciclo superior. Agarraros al futuro pues el presente
pronto se convierte en historia. Y por
encima de todo, incluso de los estudios, ser felices.
Francisco Santos Escribano.