El Castillo de Ablitas.
Si la piedra es lo más parecido a la eternidad, un castillo de sillares, símbolo de la Reconquista allá por el siglo XIII, supone el propio devenir de un pueblo. Pero, la idiosincrasia de una comunidad, a veces se llena de mitos que con el paso del tiempo tenemos que desbrozar para ver el atisbo de la razón. Sin embargo, lo material y tangible, no tergiversa la historia, está ahí como testigo del paso del tiempo. En efecto, nuestro castillo, con su tozudez, ha sobrevivido a todos los avatares, muy deteriorado, pero impertérrito, firme, siendo testigo de noche y día, de batallas y treguas, de esperanzas ciegas en el porvenir. Es sencillamente, como sus gentes, terco, duro, luchador en busca del futuro prometedor. En definitiva, se resiste con tesón a desaparecer.
Además, no seremos nosotros los que pasemos a la historia por no intentar rescatar sus ruinas para dignificarlas, a pesar de que no somos ingenuos, y sabemos que no sólo la fe mueve las montañas, hace falta algo más.
Sin duda, hay razones de peso para que se tenga en cuenta este monumento. Primero, su situación de frontera meridional del viejo reino y defensa frente a aragoneses y castellanos. Segundo, su originalidad, pues como sus hermanos que desaparecieron de la Ribera de Tudela esta escavado en la roca a pico y pala. Tercero, el grado de conservación frente a la inexistencia de sus contemporáneos del Valle del Ebro. Cuarto, sus estructura originales que han resistido todas las batallas. Por último, el sentido común. Planteémonos la pregunta al revés, ¿Qué gana, Navarra y Ablitas con la desaparición de este castillo? La respuesta la tendrán que ofrecer los que saben que el patrimonio no tiene un valor monetario, sino histórico y ese, sin duda, es tan grande que es difícil evaluar monetariamente.
¿Pero, alguien piensa que invertir un solo euro en una empresa de este tipo es dilapidar el dinero? Sin duda, son desconocedores de la historia moderna o actual. Si viviese Don Juce Abenabez, conocido como “el rico de Ablitas” fundador del negocio familiar “Casa de Ablitas” que fue un verdadero banco, seguramente no apelaríamos a ninguna institución pues él lucharía por los suyos.
No nos cabe la menor duda, que nuestro proyecto pretende mucho más que satisfacer el ego de un pueblo, pues entre otras razones pretende recuperar un archivo material para poder entender de dónde venimos, y a donde nos queremos proyectar en un futuro. Saber y recuperar el pasado es una necesidad vital, y además, somos conscientes que nuestro castillo forma parte de esa arquitectura orgánica, que nos significa como pueblo que luchó, a lo largo de los siglos, porque este monumento permaneciese firme, oteando a sus gentes, y como elemento de su morfología artística.
En definitiva, nuestro proyecto pretende, de forma racional, mantener el castillo y aprovecharnos del mismo para proyectarnos con él en busca de nuevas expectativas que sirvan de catapulta para lanzar un planteamiento cultural, original, al mundo.
Como diría Franz Kafka uno de los mejores escritores del siglo XX en su novela “El castillo”: “Este pueblo es propiedad del castillo, quien vive aquí o pernocta, vive en cierta manera en el castillo.” Así, sin duda no pasa a los abliteros.