La cultura en Ablitas durante la Restauración Borbónica.
En el Diario de Aviso de Tudela,
periódico serio, dirigido por D. Manuel
Urban y Arnedo, fundador también del Bar Aragón de Tudela insigne
liberal, me encontré una crónica del corresponsal de Ablitas que me pareció
interesante. Es importante tener en
cuenta el análisis que hace el redactor, y el hincapié que hace en la cultura
del pueblo a finales del siglo XIX. El subrayado es mío.
“Sr. Dr. Del Diario de Avisos.
Muy Sr mío y de mi consideración distinguida: Constante suscritor a su
ilustrado Diario, he tenido ocasión observar su predilección por los asuntos
que se relacionan con el adelanto o progreso de los pueblos, y como esta villa
ha tenido lugar uno de esos actos que prueban que la cultura intelectual no
es ya indiferente como antes a las clases agricultoras, sino que va
adquiriendo en ellas la importancia y estimación a que realmente es acreedora,
no puedo menos por tal motivo de reseñar aunque ligeramente una de esas fiestas
de la inteligencia, que tanto ennoblecen a los que contribuyen a realizarlas.
El 22 del corriente, día de
nuestra Patrona, aprovechando la estancia en estas localidad del distinguido
orador sagrado D. Antonio González, tan conocido como tal en Pamplona y en esta
merindad, tuvo lugar la distribución de premios a los alumnos de la bien
dirigida escuela del acreditado profesor D. Benigno Galipienzo.
Este acto, que años atrás pasaba
como desapercibido, revestía en el citado día la solemnidad que en los pueblos
cultos se rinde a estas las juntas de la
inteligencia y las autoridades eclesiásticas y civiles, y una escogida
concurrencia, descollando en ella nuestro simpático vicario D. Juan Agreda y el
orador Sr. González predicador de S. M, contribuían el esplendor de la fiesta
amenizada por la orquesta de la villa.
El simpático niño Dionisio Gil
pronunció con notable seguridad y entonación un sentido discurso.
Después de la grata impresión que
produjo en la concurrencia el discurso, fuimos agradablemente sorprendidos por
la bellísima improvisación del señor González, en ella desarrollo con la
maestría, pureza y corrección y energía que distingue a su estilo y con su
lenguaje castizo, brillante y armónico, el magnífico pensamiento de que el
estudio eleva el alma y purifica el corazón, terminando con iguales o parecidas
palabras “Vosotros hijos míos, que os halláis
en la hermosa edad propia para adquirir el hábito del trabajo y del estudio,
vosotros que seréis los hombres del siglo 20, recordad siempre que Dios es el
que da vida, y que por el somos y por él pensamos”.
Así terminó aquella hermosa
fiesta dedicada a premiar la constancia y laboriosidad de la niñez: nuestro
sincero pláceme al eminente orador Sr. González y a cuantos cooperaron a ella,
así como al digno y modesto profesor Sr. Galipienzo que debe estar con razón
orgulloso de su obra, pues si alguna vez se puede legitimar el orgullo, es
cuando se realiza una noble empresa.
Ablitas, 24 de julio de 1888.
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