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martes, 3 de mayo de 2016



La cultura en Ablitas  durante la Restauración Borbónica.

En el Diario de Aviso de Tudela, periódico serio, dirigido por D. Manuel  Urban y Arnedo, fundador también del Bar Aragón de Tudela insigne liberal, me encontré una crónica del corresponsal de Ablitas que me pareció interesante.  Es importante tener en cuenta el análisis que hace el redactor, y el hincapié que hace en la cultura del pueblo a finales del siglo XIX. El subrayado es mío.
“Sr. Dr. Del Diario de Avisos. Muy Sr mío y de mi consideración distinguida: Constante suscritor a su ilustrado Diario, he tenido ocasión observar su predilección por los asuntos que se relacionan con el adelanto o progreso de los pueblos, y como esta villa ha tenido lugar uno de esos actos que prueban que la cultura intelectual no es ya indiferente como antes a las clases agricultoras, sino que va adquiriendo en ellas la importancia y estimación a que realmente es acreedora, no puedo menos por tal motivo de reseñar aunque ligeramente una de esas fiestas de la inteligencia, que tanto ennoblecen a los que contribuyen a realizarlas.
El 22 del corriente, día de nuestra Patrona, aprovechando la estancia en estas localidad del distinguido orador sagrado D. Antonio González, tan conocido como tal en Pamplona y en esta merindad, tuvo lugar la distribución de premios a los alumnos de la bien dirigida escuela del acreditado profesor D. Benigno Galipienzo.
Este acto, que años atrás pasaba como desapercibido, revestía en el citado día la solemnidad que en los pueblos cultos se rinde a estas las  juntas de la inteligencia y las autoridades eclesiásticas y civiles, y una escogida concurrencia, descollando en ella nuestro simpático vicario D. Juan Agreda y el orador Sr. González predicador de S. M, contribuían el esplendor de la fiesta amenizada por la orquesta de la villa.
El simpático niño Dionisio Gil pronunció con notable seguridad y entonación un sentido discurso.
Después de la grata impresión que produjo en la concurrencia el discurso, fuimos agradablemente sorprendidos por la bellísima improvisación del señor González, en ella desarrollo con la maestría, pureza y corrección y energía que distingue a su estilo y con su lenguaje castizo, brillante y armónico, el magnífico pensamiento de que el estudio eleva el alma y purifica el corazón, terminando con iguales o parecidas palabras “Vosotros hijos míos, que os halláis en la hermosa edad propia para adquirir el hábito del trabajo y del estudio, vosotros que seréis los hombres del siglo 20, recordad siempre que Dios es el que da vida, y que por el somos y por él pensamos”.

Así terminó aquella hermosa fiesta dedicada a premiar la constancia y laboriosidad de la niñez: nuestro sincero pláceme al eminente orador Sr. González y a cuantos cooperaron a ella, así como al digno y modesto profesor Sr. Galipienzo que debe estar con razón orgulloso de su obra, pues si alguna vez se puede legitimar el orgullo, es cuando se realiza una noble empresa.

Ablitas, 24 de julio de 1888.

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