Lo sabores y olores de las fiestas.
No obstante, las fiestas han cambiado por muchos motivos pero uno de ellos, es por el sabor. Aquella semana de septiembre sabía y olía a canasta de mimbre llena de mantecados, españoletas, cocos, tontas, sequillos y magdalenas. Era el ritual previo a las fiestas. Como sí en aquella semana nos apetecieran las magdalenas de varios días. Olor pues a pastas, olor a postres hechos con cariño como si se tratase de algo único, que lo era reamente. Pues, no lo dudes amigo sin pastas no había fiestas. Hace dos años en Zaragoza en una pastelería de la calle el Coso pedí un sequillo. La chica muy amable me dijo ¿Qué es eso? Le indique con la mano y me contestó eso es un merengüillo. ¡Aúpa el sequillo ¡
Sabor a granizado de la Carolina de Murchante, y polo de bobón envuelto en aquel papel de plata. Helado bañado de chocolate, negro, muy negro. Vamos de los de antes.
¿Y los churros? De la Ascensión de Cascante. Madrugaba, trasnochaba, no dormía para ofrecernos el olor a churros de nivel de la Mañueta de Pamplona. Y las corteza gigantes que superaban a los tórrenos castellanos. Y esas patatas grasientas en bolsa amarilla. Espectaculares sin duda.
Y además, olor a pachuli, años de hippies, transición, cambio, nuevos tiempos. Hoy sólo lo usan Tufarro y Petroleo. Hay que intentar que ese olor no desaparezca. También pólvora de los petardos. ¿Y los bocadillos? Aquellas anchoas del Moderno y el chorizo casero. En la Taska, mayor nivel y variedad, era la modernidad.
Por las noches de fiestas: los cuadros en la plaza acompañados de un gran bocadillo de lomo con pimientos, chistorra y demás aderezos. No te podías ir a la cama sin recenar. Que palabra más bonita para los dietistas.
Y ¿el Zurracapote? No había un año que supiera igual. La fórmula no tenía protocolo por eso se ha perdido. Unas fiestas a mi peña nos lo hizo Nicolás. ¡Qué grande que era¡
Muchos olores y sabores han desaparecido. Hoy muchas cosas huelen mejor. Pero nosotros seguimos guardando esos olores, y sabores que marcaron nuestras vidas. ¿Por qué escribo esto hoy? Porque es víspera de la patrona que era sin duda la mejor fiesta que había en Ablitas, o eso me lo parecía a mí.
Estos días Pedrito olía a ron quemado en la plaza, esencia de limón, café, pacharán y faria. Un lujo de olores. Un saludo cordial a todos. Pero a pesar de todos cambios, yo cogeré peras en el mismo sitio de siempre y con los incombustibles compañeros de siempre.
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