La pureza del teatro y el signo visible de la cultura.
Sin duda, no
puedo ser objetivo, pues es mi gente. El otro día veía la obra que
representaban los alumnos del I.E.S “Valle del Ebro” del maestro Buero Vallejo “Hoy
es fiesta”, y pensaba, fríamente, si todavía existían mejores actores que los nuestros.
Oí cantar, en el mismo evento, a una estudiante, y me pareció un ángel. Pero, sobre todo me gustó mucho la actitud de todos
comiéndose el escenario con solvencia,
categoría y clase. No obstante, no soy
ingenuo, y entiendo que hay muchas horas de ensayos, y de repetir las mismas
escenas hasta la saciedad.
Además, observé
un montaje en el tablado que se salía de lo común. Allí estaba nuestros alumnos
dejándose la piel sin perder el norte, pues, a pesar de su buen hacer, ninguno
tiene aires de grandeza, son pura humildad. Me emocioné, y me alegré pensado
que algo hemos hecho bien los educadores. Sin duda, la enseñanza, como la vida,
se basa en una lucha constante en busca
de la excelencia. La mediocridad la dejamos para esos programas de televisión donde se grita
mucho.
En mi instituto “Valle del Ebro”, desde hace
años, tenemos un teatro, y eso, sin duda, es vida. Como decía Laurence Olivier: “En una pequeña o gran ciudad o pueblo,
un gran teatro es el signo visible de cultura”. En nuestro centro educativo
aparte de cultura, es ilusión, ganas de ponerse el mundo por montera, de
reivindicarse, y es una muestra de nuestra honestidad. Los chavales magníficos,
ponen de manifiesto que en la educación, con la nueva y vieja pedagogía no vale la
retórica hueca, y sí volver a la tradición de representar fragmentos de lo
cotidiano, en este caso a Buero Vallejo, y los cincuenta. Aquellos años duros, de esperanza ciega en el
futuro, donde sus dirigentes, pensaban, prepotentemente, que en España empezaba
a amanecer.
Por último, una representación
no es nada sin su directora, en este caso, Mª José Esteban que se ha dejado la
piel por el teatro escolar, y que, sin duda, es el mejor servicio que se puede
hacer a la instrucción pública. Como escribía, inteligentemente, aquel escritor
brasileño “la vida no está hecha de
deseos y sí de los actos de cada uno”.
Francisco Santos Escribano.
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